Esas malditas botellas de vodka en las que ahogó su depresión. Y ese maldito talento que la arrastró al vórtice del mundo del espectáculo, el "mundo oscuro" donde solo sobreviven aquellos que no eran tan frágiles como ella.
El 23 de julio de 2011, el mundo de la música lloró a Amy Winehouse, la voz de un gran alcance dentro de un pequeño cuerpo cavernoso, muerta en su casa por sobredosis de alcohol, pero sobre todo por la soledad y el miedo a la vida. Una chica siempre preparada entre la oscuridad de su maldad y la luz de sus canciones. Una muerte, sin embargo no repentina. Durante años, la estrella de Londres que creció escribiendo poesía y soñando con el jazz, luchó contra la bulimia, el alcohol y las drogas.
Una estrella del jazz en toda la regla, terminó como si estuviera escrito en el peor de los escenarios de las películas de terror en el "club de los 27", la muerte de Amy Winehouse, drásticamente a sus 27 años, dió la bienvenida a un integrante más a este selecto grupo conformado por Jim Morrison, Jimi Hendrix, Brian Jones, Janis Joplin, Robert Johnson y Kurt Cobain. Aquellos músicos que entre la imaginación colectiva no solo por sus canciones, sino también por sus ascensos y caídas, terminaron su vida de la peor forma.
REHABILITACIÓN
Fue su terror, pero también su refugio, aquél centro de recuperación donde iba a desintoxicarse. Dicha central es que se convierte en un éxito, "Rehab", el primer sencillo de "Back To Black", el disco (2006), que la consagró y le dio el título como la mejor voz del jazz del siglo XXI.
Porque la fuerza de Amy era hacer un corte pop en el universo del jazz. Baladas como "The Love is a Losing Game" o "You know I'm no good" son piezas atemporales: notas dulces y voz potente, la mezcla perfecta para un viaje de amor o el infierno dependiendo de sus inspiraciones.
Pero Winehouse no solo significaba música. A menudo ha sido el centro de la polémica por sus resbalones: el controvertido matrimonio con Blake Fielder-Civil, culpable de haberla arrastrado a las drogas, capturas inmortalizadas por los paparazzi en altas horas de la noche, borrachos fuera de algunos locales, actuaciones confusas en festivales donde estaba totalmente perdida, apenas sosteniéndose sobre el soporte del micrófono.
"Tengo mucha suerte, no todas las personas que sufren de depresión pueden hacer lo que yo hago", dijo al hablar de sus fuentes de inspiración al escribir música. "Solo cuento historias reales, busco la originalidad".
EL DOCUMENTAL
El 14 de septiembre de 2015, se lanzó "Amy. La chica detrás del nombre" por Asif Kapadia; una mini-película que despertó la ira del padre de la estrella fallecida, Mitch Winehouse: "Amy estaría viendo esto furiosa, esta película no es lo que quería ", tronó en gran medida acusando al ex marido de su hija.
Más allá de la controversia (esencial para una buena promoción de un producto comercial) el documental no solo pone de relieve el talento de Amy y la energía, sino también los puntos oscuros de su existencia: desde la adolescencia sin padre en momentos claves de crecimiento, buscando una pareja que le haya dado paz y seguridad, a la explosión internacional del personaje.
No podía soportar el peso de la vida o incluso el papel de una super estrella. Sofocada por el deseo de ser grande y el deseo de permanecer en su habitación sola a escribir música con una cerveza en la mano. Sin tener que morir "ahogada" en vodka.
Murió de amor, pero su legado musical es algo que perdurará para siempre.
Murió de amor, pero su legado musical es algo que perdurará para siempre.
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