Cuantos historias de horror hemos escuchado sobre el holocausto Nazi, miles de muertes, supervivencias, recuerdos de los grupos más atacados que eran los judíos, gitanos y homosexuales, sin embargo a lo largo de este recuente, quizá pocos conozcan la historia de una familia muy peculiar, que logró sobrevivir únicamente por ser diferentes; sin embargo, eso no los salvó de pasar diversas torturas por el ya conocido Dr, Mengele.
Aquí te contamos un poco sobre los Ovits, una familia húngara judía que logró sobrevivir al holocausto en uno de los campos más terribles de exterminio: Auschwitz.
Cuando a partir de 1942 los nazis deciden llevar a su último término la así llamada Solución Final al Problema Judio, que no era otra cosa que el eufemismo que identificaba al exterminio masivo e industrial de los judíos, noche y dia trenes llegaban a los campos de la muerte desde todos los rincones de Europa.
Alli, en la rampa de Auschwitz, los médicos hacían la selección. Mujeres, hombres de edad avanzada, niños, o personas con aspecto no saludable eran llevadas a la cámara de gas. Hombres y mujeres jóvenes eran destinados al trabajo esclavo. Los soldados que estaban en la rampa tenían la instrucción de localizar a personas que tuvieran algún defecto o anormalidad concreta para ser utilizados en experimentos médicos. Así, recorrían los andenes gritando: ¡¡Gemelos, enanos!!
El viernes 19 de mayo de 1944 fue un día de suerte para Mengele. En el tren llegó la familia Ovitz, formada por 7 enanos que se dedicaban al mundo del espectáculo.
Ser diferentes les salvó. No podían realizar ningún trabajo, pero eran útiles para los experimentos de Mengele.
La Familia Ovitz procedia de un pueblo hungaro llamado Rozavlea (actualmente pertenece a Rumania). Eran judíos religiosos y formaban una troupe que se ganaba la vida actuando en teatros. Alcanzaron una gran fama por sus actuaciones.
Pero sufrieron lo mismo que el resto de judíos: imposibilidad de trabajar, exclusión social, ser obligados a llevar una estrella, ser confinados en un gueto (Maramures 1944) y por último el traslado a un campo de exterminio.
Tras su llegada a Auschwitz comenzaron a ser objeto de diferentes experimentos: inyecciones de sustancias en los ojos que les dejaban temporalmente ciegos, extracciones de sangre que les debilitaban, administración intravenosa de sustancias desconocidas, mediciones, radiografías, arrancamiento de pestañas, cejas...
Perla Ovitz cuenta:
Cada pocos días los médicos nos sacaban sangre. Desde la noche antes no podíamos comer. Era una jeringa muy grande, y era enorme la cantidad de sangre que nos sacaban. Nos quedábamos exhaustos porque ya estábamos muy débiles y hambrientos. Eso no detenía a Mengele. Él tenía que acostarnos y cuando nos recobrábamos nos sacaban sangre otra vez. Los médicos y las enfermeras eran también prisioneros y no intentaban evitarnos el dolor. Nos pinchaban sin cuidado. A menudo nos sentíamos mareados y vomitábamos mucho. Cuando volvimos al barracón nos derrumbábamos en las literas pero antes de recuperarnos nuevamente éramos llamados para una nueva extracción.
El Dr. Mengele nunca nos pegaba, chillaba o insultaba. Todos sabíamos que él era despiadado y capaz de los comportamientos más sádicos…Pero a pesar de todo cuando iba a nuestra habitación cambiaba de conducta, se calmaba llegando a ser una persona amable. Cuando estaba de buen humor la gente decía: va a ver a los enanos… Era una bestia amable.
Nosotros siempre nos preguntábamos como un hombre como él podía haber llegado a ser un nazi… A menudo decía: con vosotros tengo trabajo para 20 años. No sé qué experimentos médicos concretos hicieron con nosotros... A menudo nos ponían unas gotas en los ojos que nos dejaba ciegos casi todo el día. Nos ponían inyecciones en los oídos y en casi todos los órganos...
Petición para análisis de sangre firmado por el Dr. Mengele
Llegaron incluso a ser expuestos desnudos y se les filmó delante de todos lo oficiales nazis con motivo de una celebración.
Mengele para ellos era una figura contradictoria. Conocían y eran víctimas de su perversidad, pero a la vez le estaban en cierto modo agradecidos porque les mantenía con vida.
La familia Ovitz pensaba que viviría ya que Mengele les decía que tenía trabajo con ellos para veinte años. Había incluso quién decía que cuando Mengele estaba con "sus enanos" tenía mejor humor.
Otros no tuvieron la misma suerte. Otro enano, Alexander Katan, holandés, erudito, políglota, economista, empresario, preso número 13992 del campo de Mauthausen (Austria), fue objeto de experimentos médicos y cuando ya no fue útil, fue asesinado con una inyección letal el 27 d enero de 1943, por el Dr. Karl Gross.
Su esqueleto fue preservado y enviado a la Facultad de Medicina de Graz. Su imagen y sus radiografías estuvieron expuestas en el Museo del campo de Mauthausen. Una acción internacional llevada a cabo por su hijo y por el Gobierno Holandés consiguieron la retirada de dichas imágenes. No obstante la universidad de Graz no ha sido capaz de dar información acerca del paradero del esqueleto de Alexander Katan.
No obstante la lucha de su hijo continúa.
En un mundo que buscaba la uniformidad, la perfección y que trataba de extirpar los defectos de cualquier tipo, la diferencia de los Ovitz les salvó la vida. Es la venganza de los débiles (?) contra los fuertes, éstos desaparecieron y quedaron los "otros" los que teoricamente iban a desaparecer.
Información extraída de la obra: Giants. The Dwarfs of Auschwitz. Yheuda Koren. Eilat Negev.
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